Descripción
La miel es y ha sido una de las fuentes naturales alimenticias de la humanidad. Su valor terapéutico ha sido conocido y explotado con éxito desde la antigüedad. Sin embargo, aunque muchos de los métodos tradicionales han pervivido hasta nuestros días, los procedimientos de recolección y procesado han evolucionado en favor de técnicas más modernas. El manejo de la apicultura a través de panales artificiales aumenta la cosecha, pero en detrimento de los valores nutricionales y medicinales de la miel y demás productos derivados.
En Cantabria, la industria agroalimentaria ha sido y es un pilar fundamental. En concreto, la producción y tradición apícola ha pasado de generación en generación siendo un signo de identidad en muchas comarcas de la región donde ha impulsado el empleo rural y la conservación del ecosistema. En los últimos años, la cría de Apis mellifera en esta comunidad ha visto aumentar la producción melífera gracias a la obtención de denominaciones de origen protegidas (Miel de Liébana) (Pliego de Condiciones de La Denominación de Origen Protegida “Miel de Liébana,” n.d.) y al incremento de la producción y venta de enjambres (Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Biodiversidad, n.d.).
La apicultura tradicional cántabra se realiza a través del aprovechamiento de troncos vaciados de árboles (dujos o corchos) que permite la producción de miel y cera con alta concentración de componentes bioactivos debido a la propia composición y características de las especies arbóreas y arbustivas de la orografía lebaniega. En efecto, la rugosidad interior de los troncos provoca que las abejas produzcan más cantidad de propóleo, sustancia antiparasitaria que, junto al uso de algunas plantas autóctonas, evitan el uso de pesticidas dando lugar a un producto que se podría caracterizar como biológico para el mercado tanto nacional como internacional.
La documentación etnográfica y el análisis nutricional de la miel derivada de la apicultura tradicional nos brinda en este caso una oportunidad única de fomento de un sistema de producción apícola sostenible que cumplirá una doble función: por un lado, la recuperación de la técnica del trasmocho y el consiguiente saneamiento y mantenimiento del ecosistema natural de las abejas. Y, por otro lado, el rescate de las propiedades biológicas naturales que confieren un gran valor añadido a este producto.
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